2 Monatssprüche 1975/76- 12 | Lugar/Ort:Diamante
Fecha/Datum:24/12/1978 | Otros Lugares/Weitere Predigtorte: Meroú, 14-12-1980 -spanisch- | Año Eclesiástico/Kirchenjahr:Sent. Mens. 12-1975-Monatsspr. Dez.1975 | Libro Bíblico/Buchbezeichnung:Isaías 29: 19 - Jesaja 29, 19 | | |
Skopus: El hombre debe salir de su estado bestial. | | 2 Monatsspr. 1975/76 12 -Diciembre 1975-Isaías 29:19 "Entonces los humildes crecerán en alegría en Dios."
Para poder entender y comprender esta palabra, debemos repitir algunas realidades sobre nosotros mismos, realidades que hemos olvidado, voluntariamente o no. Dios, el Creador, nos creó, lavantándonos de toda la creación. Juntados en muchos aspectos con los animales, Dios nos da a nosotros, seres humanos, una dignidad especial que no tiene ninguna otra criatura. Esta dignidad está en lo que podemos ser colaboradores de El y en lo que tenemos la capacidad de gobernar y explotar esta tierra para dar a todos los seres humanos la posibilidad de una vida feliz con trabajo y descanso, con superación de sus problemas y alegría, según la voluntad de Dios. Parte de esta posibilidad también es que el hombre puede decidirse y decir SÍ o NO. También tenemos la posibilidad de desarrollarnos a hombres verdaderos, y de tomar, siempre de nuevo, de las manos de nuestro Creador, nuestra humanidad, pero en la misma manera podemos negar todo esto y rebelar contra Dios. Ser hombres verdaderos, somos capaces únicamente en dependencia de nuestro Señor Creador y en la unión con El. Separado de El, perdemos nuestra humanidad, nos matamos, esclavizamos, engañamos mutuamente, queriendo ser tiranos o dictadores del mundo, jugando con la capacidad de destruir la tierra. O nosotros aceptamos nuestra humanidad de las manos de Dios, con el destino de preparar una vida feliz para todos los hombres, sí, para todos los seres vivientes existentes, o recaeremos en nuestra vieja naturaleza bestial, presentándonos como la personificación del malo, del confusor y del destructor. Nosotros, hombres, hemos de elegir entre estas dos formas de ser y de vivir. Podemos decír SÍ o NO. Podemos aceptar o negar a Dios, nuestro Creador. Podemos decir SÍ o NO a nuestro destino como seres humanos. Podemos hacer de esta tierra un paraíso, en que se encuentran todos los hombres en amor y ayuda y respeto, o en un imfierno, en que uno es el enemigo del otro, en que gobiernan odio, hambre, terror, opresión y la muerte. Podemos sostener o destruir este mundo; recibiendo la posibilidad de decidirnos entre 2 posibilidades. Pero está claro que el deseo de Dios del principio es que elegimos el camino de nuestra humanidad, el camino con el Creador, a favor de todos los hombres y de toda la creación. No debemos ir este camino en una manera obligatoria, sino en libertad, por una decisión libre. Pero siempre y siempre nos decidimos lamentablemente para el camino increible: "Amamos más la oscuridad que la luz." Por eso, el mundo está en confusión. Hambre, enfermedades, engaños, odio, enemistad, asesinatos, revoluciones, corrupciones, golpes de estado, terror, violación de los derechos humanos, muerte y guerras son señales características de este mundo en confusión. Nuestra vieja naturaleza bestial es reconocible. Ya las primeras páginas de la Biblia dan testificación de la mala situación del hombre por su decisión mala. Muy temprano ya el Creador empezó a preparar un camino, por la fundación del pueblo Israel, que vuelve este pueblo de sus caminos malos. A este grupo, Dios dio todas las cosas necesarias para la vida y espera que los hombres de este grupo especial, anda el camino recto, el camino de la humanidad, porque este camino da la única posibilidad de una vida humana verdadera. Todo su amor y toda su ayuda da a nosotros y espera día a día, como contestación nueva del lado nuestro que andamos en decisión libre su camino de la humanización del hombre. Pero también esta intención de cambiar la situación por la fundación del pueblo Israel fracasó. El hombre no se decidió a favor de su destino como criatura de Dios. Este texto de predicación: "Entonces los humildes crecerán en alegría en Dios", indica que la vida de los miembros del pueblo Israel no se diferencia en nada de la de los paganos. Todo el capítulo del profeta Isaías, de que hemos sacado nuestro texto de predicación, es caracterizado por lo que se realiza en el pueblo viejo de Dios, en Israel: Temor, tristeza, miseria, lamento, amenazado por enemigos, pobreza, hambre, sed, injusticia por los poderosos y ricos, negación del camino de Dios, rebelión contra su Creador y una piedad formal. Todo esto es señal característica que tampoco los miembros de este pueblo quieren ir el camino de la humanidad, sino quieren vivir según su vieja naturaleza de bestias, haciendo padecer a muchos, a los débiles, enfermos y pobres. Nuestro texto: "Entonces los humildes crecerán en alegría en Dios". menciona especialmente a los últimos, pero también piensa en el futuro más cercano, en que Dios nuevamente interviene en la historia de la humanidad, enviándonos a su Hijo Jesucristo, para vivir ejemplarmente la vida de un hombre, que anda con nosotros el camino de la humanidad, pero también padeciendo los resultados de la naturaleza bestial del hombre. Esta naturaleza también hoy nos lleva al abismo de la destrucción del mundo y de la aniquilación de la vida humana. 700 años, antes de Cristo, el profeta Isaías ya medita la venida de Jesucristo, el cual empezará una nueva época de la historia humana. Este Jesús terminará su obra de la humanización del hombre, también en el caso que nosotros, cristianos, como colaboradores en esta obra, fallamos y negamos como el pueblo Israel. En contrario de que nosotros destruimos la tierra, el Creador creará "el nuevo cielo y la nueva tierra", en que será domada la naturaleza bestial del hombre y en que gobernará amor y ayuda y respeto entre los hombres, en que la tierra será un domicilio de los hombres, aceptando a su Creador, dándole el honor, esperando que El dará la dignidad especial y su humanidad a todos los seres humanos. Entonces no hará humildes, en el sentido de nuestro texto. Y los que debían padecer en los tiempos del profeta Isaías, y los que padecen aún hoy, se alegrarán plenamente de su vida humana y de su Creador: "Entonces los humildes crecerán en alegría en Dios."
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