1 Monatssprüche bis 1974- 16 | Lugar/Ort:Grabschental
Fecha/Datum:25/09/1976 | Otros Lugares/Weitere Predigtorte: Reffino, 29-9-1976 -spanisch- Camarero?Puiggari, 10-10-1976 -spanisch- Aldea Protestante, 6-2-1977 -spanisch- Diamante, 20-3-1977 -spanisch- Reffino, 16-6-1974 -deutsch- Aldea Protestante, 23-6-1974 -deutsch- Grabshental, 11-8-1974 -deutsch- Camaerero/Puiggari, 1-9-1974-deutsch- Meroú, 20-7-1975 -deutsch- General Ramírez, 18-6-1974 -deutsch- | Año Eclesiástico/Kirchenjahr:Sent.Mens. 2-1974-Monatsspr. Februar 1974 | Libro Bíblico/Buchbezeichnung:Juan 7: 24 - Johannes 7, 24 | | |
Skopus: Jesucristo vive lo que significa JUSTICIA. | | 1 Monatsspr. bis 1974 16 -Febrero 1974-Juan 7:24 "Jesucristo dice: No juzguen ustedes por las apariencias."
Cada hombre adquiere experiencias, buenas y malas, en el curso de su vida. Con los años los se aumentan. De estas experiencias personales y de lo que ha aprendido en su niñez y juventud y de lo que se pensaba en su tiempo, se forma el concepto del mundo de una persona, también con la influencia de tradiciones, costumbres y religiones. De todo esto, juzgamos lo que se realiza en nuestra vida y en el tiempo actual. Y los resultados normalmente son juicios de condenación. Especialmente en el tiempo de hoy, en que se destruyen tradiciones de siglos y se vacían costumbres y las experiencias de nuestra vida no bastan más para entender, comprender y juzgar lo que se realiza en el mundo. Estamos dudosos e inciertos. Y muchos hombres ocultan estas dudas por una defensa fanatica de sus propias experiencias y de sus tradiciones y costumbres, aceptándoles como las únicas reglas para el mundo y para la vida humana. De esta situación hemos de comprender las diferencias y disputas entre viejos y jóvenes. Los que defienden exclusivamente sus experiencias, su pasado y sus tradiciones, no preguntan por lo que un hombre piensa, siente y trabaja verdaderamente, sino sin contacto directo condenan a éste, porque no tiene el mismo gusto en los diferentes aspectos de la vida. ¿No se han mantenido fanáticamente tradiciones y costumbres también en nuestras congregaciones evangélicas, sin un sentido real? Pero es imposible de liberarse de ellos. Se puede tener como un ejemplo la impresioón que para muchos existe la fe cristiana en guardar las tradiciones y costumbres, recibidos de los padres y abuelos y en no fumar, no beber y no bailar. Estos ejemplos y aún muchos otros indican en que manera nuestra vida es esclavizada por tradiciones y costumbres, robándonos la libertad de decisiones nuevas para cada otra situación. Aún peor es, si nosotros, por nuestras experiencias, por tradiciones y costumbres, perdimos la libertad para poder entender y comprender el hacer y hablar de los otros, juzgando y condenándoles. Con este entendimiento engañamos a otros porque también nosotros fuimos engañados. Hacemos mal porque en el pasado debíamos padecer injusticia también. Y haciendo mal, de tradición ocultamos los hechos malos en cada caso, porque ante otros queremos presentarnos como personas buenas sin defectos morales. Pero, ¡pobre de él! que no puede ocultar sus malicias. En todo esto piensa Jesúcristo, diciendo: "No juzguen por las apariencias, sino cuando juzguen, entonces con justo juicio." Jesús mismo ha vivido en su tiempo, caracterizado por un cambio radical de épocas con la destrucción de tradiciones viejas, lo que significa ser condenado por hombres píos, viviendo exclusivamente según tradición y costumbre. El no guardó la tradición del sábado o los mandamientos de los píos, tampoco preguntó por las leyes de la moralidad de su tiempo. Tenía contacto con una mujer mala y con traicionadores de patria, con estafadores y con paganos, sin pruntar por la opinión de los píos. Al revolucionario en la cruz dijo: "De cierto te digo que hoy estarás conmigo en el paraíso." Para El, Jesucristo, el amor al prójimo, sí, también a su enemigo, es más importante que toda la piedad. En la ayuda a sus prójimos no conoce y no acepta diferencias entre amigos y enemigos, píos y pecadores con paganos. La peligrosidad de las leyes morales, debía padecer personalmente, también bajo tradiciones, costumbres y los resultados de las experiencias humanas. Fue matado, crucificado. Por esta peligrosidad, Jesucristo nos exhorta de estas cosas y sus influencias en la relación con Dios y con nuestros prójimos: "No jyzguen ustedes por las apariencias; sino cuando juzguen, entonces con justo juicio." Jesús, diciéndonos esto, no solamente niega el actuar malo, sino también nos da una regla para nuestro hacer en su sentido. Contesta nuestra pregunta: "¿Qué quiere Ud. que yo les haga?", por su vida en la relación con sus prójimos. El hombre, creado por Dios, está en el centro de todos sus esfuerzos. Si se trata de la vida de un hombre, para darle ayuda en todos sus problemas, dificultades y miserias, Jesucristo no aceptó o guardó tradiciones, costumbres y experiencias personales. En todas las realidades del mundo, también en religión y piedad, el hombre debe estar en el centro. A este hombre, padeciendo bajo su culpa, trabajando por su propia exterminación, Jesús da la posibilidad de empezar de nuevo en su vida personal y mundial, para practicar la alegría a la vida como una criatura de Dios. Todo lo que está en contra, debe ser superado. A un hombre con una gran culpa, Jesús no condenó según las leyes pías y según las tradiciones, sino le levantó de abajo y le perdonó esta su culpa. ¿No dijo a los píos y a los fanáticos de la ley por la mujer mala?: "Cualquiera de ustedes que no tenga pecado, que tire la primera piedra contra ella", impidiendo por esto la condenación de ella? No está en el centro del actuar de un cristiano la condenación o el juicio sobre los prójimos según leyes pías, tradiciones antiguas y experiencias personales, sino la ayuda en todas las dificultades y, en pecados, como Jesucristo ayudó. En esta manera podemos ser hijos obedientes de Dios. "Jesucristo dice: No juzguen ustedes por las apariencias. Sino cuando juzguen, entonces con justo juicio."
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