-6-Kirchenj. bis Ewigkeitssonntag 11 | Lugar/Ort:Aldea Protestante
Fecha/Datum:04/11/1979 | Otros Lugares/Weitere Predigtorte: Camarero/Puiggari, 4-11-1979 Reffino, 30-8-1980 Diamante, 14-11-1981 | Año Eclesiástico/Kirchenjahr:20 Domingo d. Trinitatis-20.Sonntag n.Trinitatis | Libro Bíblico/Buchbezeichnung:Mateo 22: 1-14 - Matthäus 22, 1-14 | | |
Skopus: Justicia y sangre de Jesús es mi atavío de honor | | -6-Kirchenj. bis Ewigkeitssonntag 11 -Mateo 22:1-14 "Respondiendo Jesús, les volvió a hablar en parábolas, diciendo: El reino de los cielos es semejante a un rey que hizo fiesta de bodas a su hijo; y envió a sus siervos a llamar a los convidados a las bodas; mas éstos no quisieron venir. Volvió a enviar otros siervos, diciendo: Decid a los convidados: He aquí, he preparado mi comida; mis toros y animales engordados han sido muertos, y todo está dispuesto; venid a las bodas. Mas ellos, sin hacer caso, se fueron uno a su labranza, y otro a sus negocios; y otros, tomando a los siervos, los afrentaron y los mataron. Al oírlo el rey, se enojó; y enviando sus ejércitos, destruyó a aquellos homicidas, y quemó su ciudad. Entonces dijo a sus siervos: Las bodas a la verdad están preparanda; mas los que fueron convidados no eran dignos. Id, pues, a las salidas de los caminos, y llamad a las bodas a cuantos halléis. Y saliendo los siervos por los caminos, juntaron a todos los que hallaron, juntamente malos y buenos; y las bodas fueron llenas de convidados. Y entró el rey para ver a los convidados, y vio allí a un hombre que no estaba vestido de boda. Y le dijo: Amigo, ¿cómo entraste aquí, sin estar vestido de boda? Mas él enmudeció. Entonces el rey dijo a los que servían: Atadle de pies y manos, y echadle en la tinieblas de afuera; allí será el lloro y el crujir de dientes. Porque muchos son llamados, y pocos escogidos."
Jesús anuncia a los hombres de su tiempo que el cielo por medio de El vino a la tierra y que también Dios mismo por El vino a nosotros, para poder vivir en la cercanía de nosotros, para poder ayudarnos mejor que antes. Todo esto comprendemos así, diciendo que el reino de Dios empieza en la tierra; que Jesucristo instala su reino en medio de este mundo. En otros textos de la Biblia leemos que este reino de Dios se realizará en perfección, cuando Jesucristo regresará otra vez en el fin de nuestros días a esta tierra. En el texto de hoy claramente no leemos nada de este último aspecto. Jesucristo nos anuncia hoy esta realidad del reino de Dios y que el Creador nos ayuda por El en una manera múltiple. En nuestro texto, Jesucristo predica, como también en muchos otros textos, por una parábola, utilizando una realidad de nuestra vida humana para explicar un aspecto de este reino de Dios, como una ayuda para nosotros y también para invitarnos a aceptar este actuar de nuestro Señor y Salvador: "El reino de los cielos es como un rey que hizo una fiesta para el casamiento de su hijo." Ser invitado a una fiesta de casamiento siempre es una oportunidad alegre, también es alegría escuchar el mensaje que Dios ya está en el camino para ayudarnos. El prepara ya la solución de un problema insolucionable juntado con tantas dificultades. El nos da su mano para que, después de una caída, causándonos una desesperanza profunda, nos levantemos de nuevo, siguiendo nuestro camino de vida consoladamente. Es supuesto en nuestra parábola que los que son invitados han recibido ya hace tiempos un pre-aviso de esta invitación. Así también Dios, hace siglos, había anunciado por sus profetas que su ayuda se acercará y que el reino de los cielos pronto se instalará en la tierra y que el Mesías como el que gobierna entre los seres humanos con amor y una ayuda mutua, que está en el camino. Y ahora, empezando a realizarse este nuevo tiempo, y escuchar la voz de Juan, el bautista, y del Mesías mismo: "Cambien de actitud, porque el reino de los cielos está muy cerca", o con otras palabras: "Dejen ayudarles, acepten mi mano, porque ahora es tiempo de amor, de ayuda y de salvación. El Mesías ya está en el camino", esta voz no solamente es negada, sino también concientemente atacada. Esta no-aceptación empezó ya con el nacimiento de Jesús. Los píos y escribas y los sacerdotes no querían saber nada y el rey Herodes quería matarle a este niño y al fin al grito: "¡Afuera, afuera con El!" No queremos saber nada de El que nos molesta en la construcción de la vida humana, sin Dios, nuestro Creador! Y todo esto se realizó en un pueblo que se llamó PUEBLO DE DIOS. Otro evangelista escribió así: "El Hijo de Dios vino a su propio mundo, pero los suyos no lo recibieron." Del principio también los que anunciaban esta ayuda debían padecer como Jesucristo mismo padeció. Sabemos de la historia del Pueblo Israel que el profeta Amós debía huir de su país. Jeremía fue echado en la cárcel, y Daniel a los leones y Juan, el bautista, el último profeta, fue decapitado. Y Jesús, siendo la ayuda de Dios en persona en todo su hacer y hablar, fue crucificado como un criminal. Por todo esto vino un juicio terrible sobre el Pueblo de Dios que "no quedó ni una piedra encima de otra". Se cumplió lo que Jesús dice en nuestra parábola: "Entonces el rey se enojó mucho, y mandó sus soldados a matar a aquellos asesinos y a quemar su pueblo". ¿Qué piensa Dios sobre su pueblo, sobre los que se llaman según su nombre, sin aceptar su ayuda? "Todo está listo para el casamiento, pero aquellos invitados no merecían venir", dice el texto. No podemos olvidar que lo que Jesús dijo por nuestro texto, son palabras para el futuro y para nosotros, no son palabras del pasado. Pero hoy podemos decir que lo que Jesucristo dijo, significa para nosotros igualmente pasado, presencia y futuro como una unidad. Lo que Jesucristo dijo, se realizó ya, se realiza hoy y se realizará también mañana, ¿De qué habla el Señor? "Vayan, pues, a los esquinas de las calles, e inviten al casamiento a todos los que encuentren, malos y buenos." Así entendemos la predicación del evangelio a todos los seres humanos, eomo el ofrecimiento a todos los hombres de la ayuda de Dios por hechos y palabras de los servidores del Creador. Y ¡Oh milagro!, los paganos, los idólatras, los criminales, los despreciados, los desamparados, los pobres y los enfermos aceptan esta ayuda. Y los que se dejan ayudar, forman el nuevo pueblo de Dios, la Iglesia de Jesucristo. Pero hemos de decir también hoy, que Dios aún tiene la libertad, hacer el ofrecimiento de su ayuda a otros grupos de hombres, sin preguntarnos, y formar una renovada iglesia y condenar a la iglesia, hasta hoy cristiana, en el caso de que esta iglesia tradicional no más acepta la ayuda y el ofrecimiento de Dios. En una manera semejante debemos entender el incidente de nuestra parábola, en que el rey echa a un invitado afuera, porque no tiene vestidos adecuados para la fiesta de boda. Fue planeado ya mucho sobre la significación de este incidente. Tal vez podamos explicar todo esto así: Esta persona en la fiesta de casamiebnto sin vestidos adecuados es igual a una persona que acepta por tradición la ayuda de Dios, pone, empero, condiciones o es igual a un ser humano que quiere obligar a Dios por su piedad especial. Esta persona no puede confesar lo que dice un himno: "Justiucia y sangre del Señor, tal es mi atavío de honor que ante Dios le de llevar, cuando en su Reino pueda entrar." Este hombre no acepta la necesidad de la ayuda de Dios en su vida. Pero esto quiere decir especialmente nuestro texto de predicación que solo por la aceptación de la ayuda de Dios en nuestra vida podemos recibir lo que necesitamos en nuestra vida. Esto es un aspecto de la realidad del reino de Dios, del reino de Jesucristo.
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