-4-Kirchenjahr bis Pfingsten 14 | Lugar/Ort:Aldea Protestante
Fecha/Datum:04/05/1980 | Otros Lugares/Weitere Predigtorte: Grabschental, 4-5-1980 -spanisch- Diamante, 10-5-1980 -spanisch- Camarero/Puiggari, 11-5-1980 -spanisch- Meroú, 29-4-1979 -deutsch- Grabschental, 3-5-1981 -deutsch- Camarero/Puiggari, 25-4-1982 -deutsch- | Año Eclesiástico/Kirchenjahr:Quasimodogeniti | Libro Bíblico/Buchbezeichnung:Juan 20: 19-31 - Johannes 20, 19-31 | | |
Skopus: Creer - sin ver | | -4- Kirchenjahr bis Pfingsten 14 -Juan 20: 19-31 "Cuando llegó la noche de aquel mismo día, el prinero de la semana, estando las puertas cerradas en el lugar donde los discípulos estaban reunidos por miedo de los judíos, vino Jesús, y puesto en medio, les dijo: Paz a vosotros. Y cuando les hubo dicho esto, les mostró las manos y el costado. Y los discípulos se regocijaron viendo al Señor. Entonces les dijo otra vez: Paz a vosotros. Como me envió el Padre, así también yo os envío. Y habiendo dicho esto, sopló, y les dijo: Recibid el Espíritu Santo. A quienes remitiereis los pecados, les son remitidos; ya quienes se los retuviereis, les son retenidos. Pero Tomás, uno de los doce, llamado Dídimo, no estaba von ellos cuando Jesús vino. Le dijeron, pues, los otros discípulos: Al Señor hemos vistos. El les dijo: Si no viere en sus manos la señal de los clavos, y metiere mi dedo en el lugar de los clavos, no creeré. Ocho días después, estaban otra vez sus discípulos dentro, y con ellos Tomás. Llegó Jesús, estando las puertas cerradas, y se puso en medio y les dijo: Paz a vosotros. Luego dijo a Tomás: Pon aquí tu dedo, y mira mis manos; y acerca tu mano, y métela en mi costado; y no seas incrédulo, sino creyente. Entonces Tomás respondió y le dijo: ¡Señor mío, y Dios mío! Jesús le dijo: Porque me has visto, Tomás, creíste; bienaventurados los que no vieron, y creyeron. Hizo además Jesús muchas otras señales en presencia de sus discípulos, las cuales no están escritas en este libro. Pero éstas se han escrito para que creáis que Jesús es el Cristo, el Hijo de Dios, y para que creyendo, tengáis vida en su nombre."
Jesús vive. Resucitó. Esto es la nueva realidad que quiere llenarnos con alegría. Este mensaje que Jesús vive, comprende la otra realidad que también nosotros somos sacados del mundo de la muerte e implantados en el mundo de la vida. El, Jesucristo, es el primero y nosotros, sus discípulos, le seguimos por la muerte en la vida. Pero este mensaje han escuchado algunos pocos de los suyos, juntados en un encuentro personal con El, quien es el Señor resucitado y viviente. Por eso, no todos los discípulos, reunidos en la noche del día de la Resurrección, son llenados con la alegría que Jesús vive. Habían escuchado mucho de lo que se realizó, pero no son convencidos de la victoria de su Señor sobre la muerte. Son miedosos, por eso, han cerrado las puertas. Pero para el Señor resucitado, no existen puertas cerradas, tampoco hay un imposible cuando El quiere encontarse con los suyos. El Señor busca el contacto con los que le habían acompañado en su camino de los padecimientos, con los que son desilusionados por su muerte. Y en medio de los suyos, Jesucristo dice: "Tengan ustedes paz", lo que significa que ahora miserias, desilusión, problemas y dificultades pasaron. "PAZ", significa lo que Paul Gerhardt canta en un himno de la Pascua de la Resurrección: "El mundo con su ira me hace reirme, está enfadado, pero no puede hacer nada. Todos los esfuerzos son en vano. La tristeza no más me entristece mi corazón y la mala suerte es mi felicicdad y la noche como el día." Y "esta paz", que es más grande de lo que el hombre puede entender, el Señor no solamente desea a los suyos, sino El da enseguida esta paz como don, diciendo: "Paz tengan ustedes." Y para que no piensen que sea una quimera, un fantasma, El les indica en la herida de los clavos en sus manos y en la de su costado. No, no hay duda ninguna, El que está en el medio de ellos, con su nuevo cuerpo es el mismo que expiró bajo dolores terribles en la cruz de Gólgota. Con este saber y una equivocación es imposible, y reconociendo la realidad de la situación del Señor y con esto también su propia situación, se cambian los discípulos en hombres alegres. Y ahora pasan tristeza, ilusión y temor y sin la posibilidad de pensar y especular sobre el ¿CÓMO? de la resurrección de su Maestro, reciben de El la capacidad para cumplir su tarea, les dada por El que venció a la muerte. Deben continuar con todos los esfuerzos lo que Jesucristo empezó, la salvación del mundo y de los hombres: "Como el Padre me envió a mí, así yo los envío a ustedes", El dice. Es verdad que por los padecimientos y la muerte y la resurrección de Jesús fue alcanzada la salvación de los hombres y la restauración del mundo, pero ahora debe realizarse concretamente todo esto. Esta realización todavía no terminó, falta mucho, por eso, esta palabra del Señor: "Como el Padre me envió a mí, así yo los envío a ustedes", tiene validez también hoy para nosotros, para cada uno de de nosotros. Y siempore de nuevo hemos de preguntar y buscar ¿en qué existe nuestra responsabilidad y tarea a favor de la salvación de los hombres y a favor de la restauración y renovación del mundo? Esto debemos saber claramente, siendo un miembro verdadero de la Iglesia de Jesucristo y ya encontrados personalmente a nuestro Señor resucitado, que hemos recibido también de El una responsabilidad y una tarea en este sentido. Este Señor también nos da las fuerzas para poder cumplir: "Reciban el Espíritu Santo", dice Jesucristo a los suyos, según nuestro texto. Podemos reconocer por nuestros versículos que el evangelista Juan nos dice que el Señor Jesucristo ya en el día de la Resurrección da a los suyos el Espíritu Santo, no esperando hasta el día de Pentecostés, como amnuncian los otros evangelistas. Sí, para Juan significan Resurrección, Ascensión y Pentecostés un único actuar del lado de Dios. Aun otra realidad es juntada con el don del Espíritu Santo por Jesucristo a los suyos. Leemos así: "Reciban el Espíritu Santo. Si ustedes perdonan los pecados de alguien, éstos ya han sido perdonados, y si no los perdonan, ya han quedado sin perdonar." Por el don del Espíritu Santo, los discípulos de Jesucristo reciben una potestad o un poder que tenía del principio únicamente Dios mismo y después también su Hijo Jesucristo: Perdonar la culpa de un hombre contra su Dios y contra sus prójimos, para que este hombre nuevamente pueda empezar su vida, sin que le acompañe su pasado malo. Por una práctica malentendidada de confesión, penitencia y perdón en la Iglesia Católica Romana, nosotros, evangélicos, luchando contra esta prácticas, hemos olvidado lo que significa el PERDÓN DE LOS PECADOS. Por eso hemos de aprender de nuevo lo que significa el perdón y su práctica correcta y también la negación de este perdón a un hombre que no es digno. Martín Lutero sabía aun más y mejor de esta realidad del perdón de los pecados. En cada caso, esto es verdad que Jesucristo dio a su Iglesia la potestad y el poder para perdonar los pecados de los hombres o negar este perdón. Que tantas personas deben ser atendidas por psicólogos es señal característica que no sabemos más lo que significa perdón de los pecados. También nos es contada la historia de Tomás uno de los discípulos. Muchos de nosotros conocen esta historia o por lo menos las palabras "Tomás, el incrédulo". El no estaba presente en el encuentro de Jesús con sus discípulos el día de la Resurrección. Como un hombre racional, Tomás no quería saber y aceptar lo que sus compañeros han vivido con el Señor y que sea resucitado. El dijo: "Si no veo en sus manos la herida de los clavos, y meto mi dedo en el lugar de los clavos, y meto mi mano en su costado, no lo podré creer." Solamente realidades son importantes y juegan su rol para el. En muchos aspectos, Tomás es un ejemplo o en espejo de todos nosotros. !Qué amor grande a Tomás!, practica Jesús, encontrandos ya, después de 8 días, a el. Los discípulos se han reunido, en medio de ellos también Tomás. Las puertas son cerradas. De repente aparece Jesús y saluda a los presentes: "Tengan ustedes paz." Tomás, el cual se excluyó de la alegría de la resurrección por su razón e inteligencia, separándose con esto también de los otros discípulos alegres. Pero su Señor también quiere darle esta alegría de la victoria sobre infierno, muerte y diablo, le dice: "Mete aquí tu dedo, y mira mis manos; y trae tu mano y métela en mi costado. No sigas dudando, sino cree." Jesús le da a Tomás la posibilidad de utilizar su razón y su inteligencia para poder comprender el milagro de resurrección. Esta posibilidad del Tomás hoy nosotros no tenemos más. Hoy solamente podemos creer, sin negar la importancia de la razón y la inteligencia. Por eso, Jesucristo explica a Tomás su posibilidad extraordinaria, como un hecho por una sola vez que por pruebas y razón podía convencerse que El que está en medio de ellos, no es un fantasma, sino su Señor resucitado y viviente y para que él, convencido, se eche a pies para adorarle: "!Mi Señor y mi Dios!" Jesucristo dice así: 'Tomás, ahora crees porque me has visto. Pero felices los que sin ver, creen." Para nosotros solamente existe esta posibilidad, pedir por el milagro para poder creer que tenemos un Señor viviente, el cual busca un encuentro personal con nosotros. Con el texto de esta predicación termina el Evangelio original según San Juan. Este evangelista al fin nota que Jesucristo aun más habló e hizo. Todas las cosas él no podía coleccionar en su evangelio, pero lo que escribió, quiere llevarlos hacia el milagro de la fe en Jesucristo, el cual fue enviado para salvar a los hombres y para restaurar este mundo y para posibilitar vida verdaderamente humana y para vencer también la muerte. "Jesucristo hizo, además, muchas otras señales milagrosas delante de sus discípulos, que están escritas en este libro. Pero éstas se han escrito para que ustedes crean que Jesús es el Cristo, el Hijo de Dios, y para que al creer, tengan vida como creyentes en El."
|
|