Carta Abierta de Igl. Evangélicas. a Juan Pablo II | Carta Abierta Nº 134 | Lugar/Ort:La Razón | Fecha/Datum:1987 | | Resumen/Skopus: 13-4-87 | | SOLICITADA -DIARIO LA RAZÓN- Buenos Aires 13 de Abril l987. CARTA ABIERTA DE IGLESIAS EVANGÉLICAS A JUAN PABLO II Las Iglesias que constituyen el Consejo Consultivo de Iglesias (todas ellas afiliadas al Consejo Mundial de Iglesias) desean agradecer a Su Santidad esta ocasión de saludaros, en el curso de vuestra visita en nuestro país. Si bien hubiera sido deseable disponer de un tiempo un poco más amplio que hubiera permitido un intercambio mutuo, comprendemos las necesidades de programa que lo han hecho difícil y aprovechamos este momento para compartir con Su Santidad algunos de los anhelos ecuménicos que nos inspiran. Nuestra primera palabra es de gratitud por vuestra providencial y feliz mediación en el conflicto que amenazó transformarse en una guerra fratricida entre Chile y Argentina. Vuestra acción fue constantemente acompañada por nuestras oraciones y no faltaron las oportunidades en que católicos y evangélicos, en ambos países y conjuntamente, dimos un testimonio ecuménico de amor por la paz. La memoria de vuestra acción quedará grabada en nuestros pueblos. La vemos, además, inscripta en vuestra constante prédica en favor de la paz y el desarmo y vuestro llamado a implorar juntos que la paz de Dios penetra en la conciencia y el corazón de todos y particularmente de quienes tienen las mayores responsabilidades en los destinos de las naciones. Una de las primeras manifestaciones al iniciar vuestro papado fue una clara y conmovedora afirmación del ecumenismo como un movimiento irreversible hacia la unidad, en el que comprometíais a vuestra Iglesia. En estos años habéis dado pruebas de esa voluntad ecuménica y confiamos en que vuestra presencia en nuestro país confirmará y fortalecerá, tanto en vuestra propia Iglesia como en las nuestras y en todo el pueblo, los esfuerzos aún vacilantes pero sinceros por hacer concreta y visible, la común intención ecuménica. Subsisten, bien lo sabéis, sustanciales diferencias doctrinales entre nuestras Iglesias, Ni Su Santidad, ni nosotros podemos minimizarlas o hacer caso omiso de ellas. Pero también sabemos que Dios nos llama a profundizar la reflexión teológica, la oración y el testimonio en común, en busca de la unidad que el Señor quiso y que el Espíritu crea y confirma en la vida del pueblo de Dios. Entendemos el ecumenismo como una paciente y responsable búsqueda de la unidad y de un testimonio común en la vida de nuestros pueblos. En este último sentido, en los tiempos dolorosos y difíciles que el pueblo argentino vivió en el pasado reciente, y que más de una vez reclamó vuestra solicitud, aunque no fue posible coordinar los esfuerzos o hallar los caminos para ofrecer una palabra o realizar una acción común, pudimos algunos ministros y laicos católicos y evangélicos asumir juntos posiciones y realizar tareas de defensa de la vida, de la dignidad humana y de la plena vigencia de una justicia insobornable, causas con las que hasta hoy seguimos comprometidos. Compromiso y necesidad tanto más urgentes cuanto que las atroces violaciones de los más elementales derechos y de la vida misma fueron a veces justificadas por sus autores y cómplices, con argumentos pseudo-teológicos y como defensa de la fe. En esta nueva oportunidad que se nos abre de consolidar una democracla respetuosa de la ley, abierta a la participación de todos en una sociedad pluralista como la nuestra, celosa de la justicia, del derecho, particularmente de los más pobres y desprotegidos, y de una auténtica libertad, esperamos que se expanda y fortalezca esta cooperación, para bien de nuestro pueblo y testimonio del Evangelio. Vuestra visita pone de manifiesto una vez más el profundo anhelo espiritual del pueblo argentino. Vuestro constante llamado a una acción apostólica y evangelizadora no podría ser más oportuno. No siempre esta sed religiosa es satisfecha con un mensaje evangélico, dirigido a la totalidad del hombre y de la vida, centrado en el amor redentor y el poder transformador de Jesucristo. Frente a movimientos religiosos, alienantes o distorsionadores del mensaje cristiano, cuyo éxito tal vez mide la insuficiencia de nuestra acción, creemos que nuestra responsabilidad ecuménica es redoblar los esfuerzos por presentar un testimonio común, tal como vuestra Iglesia y las nuestras lo han definido y afirmado en numerosos documentos comunes. No faltan en nuestro país ejemplos de cooperación entre vuestra Iglesia y las nuestras a nivel del servicio, los derechos humanos, el estudio, la reflexión y la acción apostólica. Pero debemos reconocer que todavía estamos muy lejos de haber hallado cómo establecer las relaciones profundas, abarcadoras y continuas de las que se disfruta en otros lugares, Nuestras Iglesias son numéricamente minoritarias en el país, pero tienen en él un arraigo de un siglo, y medio, forman parte activa del movimiento ecuménico a nivel local y universal y, sobre todo, están plenamente integradas a una sociedad plural que se enorgullece de su libertad religiosa y de la capacidad de integrar distintas tradiciones étnicas, culturales y religiosas. Es cierto que las relaciones católico-protestantes tienen en nuestro país una historia difícil, cargada de tensiones y desencuentros, por los que todos debemos asumir nuestra medida de responsabilidad y pedir perdón al Señor y a nuestros hermanos. Pero también es cierto que, gracias a Dios, y por la inspiración de guías esclarecidos de nuestras iglesias entre quienes es necesario destacar a vuestros ilustres antecesores Juan XXIII y Pablo VI, esta historia ha comenzado a revertirse. Tanto por el peso de las relaciones que ya existen a nivel internacional, como por la necesidad imperiosa de nuestros pueblos que buscan un futuro nuevo, una sociedad más justa y fraternal, creemos que es el momento para un decidido avance en el campo ecuménico. Sería deseable, por ejemplo, establecer una relación más fluida de diálogo y consulta mutua entre nuestras iglesias y la Conferencia Episcopal Argentina, sobre todo cuando se trata de temas importantes para el país. No siempre hallaríamos coincidencia, pero, ofreceríamos a la sociedad argentina el ejemplo de mutuo respeto y reconocimiento, aún en las discrepancias, a la vez que no faltarían temas y tareas en que pudiéramos afirmar en común los principios fundamentales de nuestra fe. En tal empeño, las iglesias que representamos, asumen un sincero compromiso, confiando en la dirección del Señor Jesucristo y en el poder del Espíritu Santo. En este sentir y con estos anhelos, os saludamos con respeto y afecto en el Señor, os damos la bienvenida y pedimos a Dios que haga gozosa y fecunda vuestra estadía en nuestro medio. Pastor Luis Parrilla, Secretario Obispo Federico J. Pagura, Presidente Obispo Ricardo Cutts Pastor Juan Van der Velde Pastor Carlos Schwittay Pastor Norberto Bertón Pastor Raúl Denuncio Dr. Gabriel Vaccaro
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