Eine Einführung in die Leuenberger Konkordie | Vortrag Nº 095 | Lugar/Ort:Asunción | Fecha/Datum:1980 | | Resumen/Skopus: | | 27. Synode Asunción 19-22.10.1980 CONCORDIA DE LEUENBERG -UNA INTRODUCCION- En el contexto ecuménico de la cristiandad mundial diferenciamos distintos grupos de iglesias, como el grupo católico, con parte de la Iglesia Anglicana, el grupo ortodoxo, él de las iglesias de la Reforma con las que dependen también de ésta, y aún él de las iglesias pentecostales. Estos grupos forman bloques que tienen las mismas tradiciones, doctrinas y fines, pero entre los bloques la diferencia es tan grande que el fin de la unidad aún no es reconocible o visible. Podríamos estar desanimados si no sabríamos que nuestro Señor Jesucristo mismo nos dio el destino de la unidad y que El no solamente es la garantía de este fin, sino que tenemos ya en El esta realidad de la unidad. ¿No nos daría más esperanza actuando primeramente a favor de la unidad de las iglesias del propio grupo, del cual tomamos parte, el grupo de las iglesias de la Reforma? Bajo este título comprendemos iglesias luteranas, reformadas y unidas, las cuales tienen sus raíces en la Reforma del siglo XVI. Con éstas están juntadas también aún las iglesias de la Pre-Reforma, como las Valdenses, las de los Hermanos Moravos y las iglesias de Pos-Reforma. Es muy trágico que iglesias con un mismo origen debieron ir su camino separadamente por siglos, impugnando y condenándose mutuamente. Yo hablo de la relación entre los luteranos y reformados. La causa principal de estas disputas está en el diferente entendimiento de la Santa Cena. Ya en los primeros tiempos fracasaron los esfuerzos para superar las dificultades, realizados por Martín Lutero y Ulrico Zwinglio en el diálogo religioso de Marburgo del 2 hasta el 4 de octubre de 1529. La intención del rey de Prusia, Federico Guillermo III, formar en su reino una única iglesia de luteranos y reformados por medio de una ley, - y lo que se realizó al fin también en la fundación de la Iglesia Evangélica Unida de la antigua Prusia-, solamente puede ser comprendida como una solución problemática que deja abiertas tantas preguntas. Pero sin duda, esta solución posibilitó una colaboración bendita entre luteranos y reformados, entre congregaciones luteranas y reformadas, como podemos afirmar hoy, después de 150 años. Sin el ejemplo de la Iglesia Evangélica Unida de Prusia no existiría la Iglesia Evangélica en Alemania en su estructura actual. ¿Porqué digo yo esto? Porque nosotros, como Iglesia Evangélica del Río de la Plata, tenemos nuestras raíces en esta Iglesia Unida. En nuestra Iglesia estamos unidos como luteranos, reformados y unidos. Después de cuatro siglos, entre los años 1947 y 1957, se realizó un diálogo entre teólogos, encargados por la Iglesia Evangélica en Alemania, con el resultado de entendimiento común, existiendo hoy un consenso amplio sobre la Santa Cena en los aspectos dogmáticos y bíblicos entre luteranos y reformados y unidos. Estas Tesis de Arnoldshain dan respuestas a la pregunta: "¿Qué escuchamos como mensaje decisivo del testimonio bíblico sobre la Santa Cena, miembros de la Una y Apostólica Iglesia?", posibilitando -sin límites- una comunión eucarística entre los tres grupos de la Reforma, lo que antes era dudoso o imposible. Este muy buen resultado del trabajo teológico y bíblico en Alemania sobre el entendimiento de la Santa Cena dio ánimo para empezar un diálogo nuevo entre teólogos luteranos, reformados y unidos de Europa, no solamente sobre la Santa Cana, sino sobro los más importantes problemas. Fueron elaboradas y recibidas afirmativamente las Tesis de Schauenburg 1967. En los años 1969 y 1970 se reanudaron los diálogos teológicos, ahora en Leuenberg/Suiza, con delegados directos de las iglesias de la Reforma de Europa, inclusive de las iglesias Valdenses y de los Hermanos Moravos. El fin de estos diálogos fue la búsqueda de un consenso amplio para todos los problemas, como para las viejas y nuevas dificultades, posibilitando una comunión eclesiástica plena entre las iglesias de la Reforma y de la Pre-Reforma. La meta fue alcanzada en la elaboración de la CONCORDIA DE LEUENBERG, presentada como fundamento de la comunión eclesiástica plena. Las iglesias participantes recibieron este documento para afirmarlo o expresar sus críticas o deseos de correcciones. Y en el mes de marzo de 1973 se reunió la comisión para elaborar el texto final, que después fue enviado a todas las iglesias participantes para su afirmación y aceptación. Hoy, después de siete años, podemos decir que esta Concordia de Leuenberg fue aceptada y afirmada por casi todas las iglesias de la Reforma y de la Pre-Reforma en Europa. Lo que nuestra Iglesia Evangélica del Río de la Plata ha practicado desde el principio: la comunión eucarística y eclesiástica, fue ahora fundamentado teológicamente por esta Concordia. De iglesias diferentes de otras partes del mundo vinieron ya aceptaciones y afirmaciones. La Concordia de Leuenberg comprende el Preámbulo y las cuatro partes: I. El camino hacia la comunión. II. El común entendimiento del Evangelio. III. La coincidencia frente a las condenaciones doctrinales de los tiempos de la Reforma. IV. Declaración y realización de la comunión eclesiástica. En el Preámbulo (1,2) se comprueba el entendimiento común del Evangelio y con eso la suposición de la comunión eclesiástica, también se trata del pasado con culpa y padecimiento. Se afirma, además, lo que hemos recibido de la Reforma. Leemos así, "La iglesia está fundada solamente en Jesucristo, quien mediante la dedicación de su salvación en la proclamación y en los sacramentos la congrega y comisiona. Por ello, según entendimiento de la Reforma, para la verdadera unidad de la iglesia es necesaria y suficiente la coincidencia en la auténtica doctrina del Evangelio y en la correcta administración de los sacramentos." Con la primera parte (I) podemos seguir hasta hoy el camino de las iglesias de la Reforma del siglo XVI con la afirmación que todas estas iglesias que han experimentado la gracia liberadora del Evangelio en las Sagradas Escrituras como meta y regla para la vida y doctrina eclesiástica, y afirmado con todas las otras iglesias los primeros 3 símbolos de la fe. También se testifica (I,5) que en una historia eclesiástica de 400 años, las iglesias de la Reforma se han acercado profundamente por disputas teológicas con el tiempo moderno, estudios bíblicos, movimientos eclesiásticos de la renovación y por un nuevo horizonte según el ecumenismo. Las iglesias no solamente se han preparado disputas, dificultades y luchas, sino también han experimentado hermandad y fraternidad. Por la actualización del Evangelio, las iglesias han aprendido a diferenciar entre las Confesiones históricas y los fundamentos de éstas. Porque las Confesiones son una testificación de la palabra viva de Dios en Jesucristo, nos abren el camino para un entendimiento nuevo, siempre nuevo del Evangelio. En la segunda parte (II, 6-16) de la Concordia se nos explica como centro del Evangelio el mensaje de la justificación por Jesucristo, un mensaje de la libre gracia de Dios. ¿Cómo viene a nosotros el Evangelio, el mensaje alegre? La Concordia dice: Por la palabra de la predicación; por la palabra del perdón, hablada al pecador; por el Bautismo; y por la Santa Cena. Por todas estas contestaciones se explica que Jesucristo es el centro del Evangelio. La tercera parte (III, 17-28) comprende las tres contrariedades más importantes del pasado entre las doctrinas luteranas y reformadas, las cuales llevaron hasta la condenación mutua: Santa Cena; Cristología (esto significa: doctrina sobre Jesucristo); Predestinación (la doctrina del destino del hombre de la eternidad por Dios para salvación o para condenación). Estos problemas han imposibilitado por siglos la comunión eucarística y eclesiástica. Hoy, empero, se ha hallado un consenso común y amplio de todos estos problemas. Al fin se afirma que existen aún hoy características especiales y diferentes entre las iglesias de la Reforma, como en la práctica del culto, en la forma de piedad y en los ordenamientos eclesiásticos, pero ello no impide la comunión entre las iglesias, sabiendo -aún-, que para muchos miembros estas características formales son más difíciles de entender que las doctrinas. En el Preámbulo de la cuarta parte (IV, 29) se nos dice en una manera clara lo que significa COMUNION ECLESIASTICA: "Comunión eclesiástica en el sentido de esta concordia significa que, en virtud de la coincidencia obtenida en el entendimiento del Evangelio, iglesias de diferente estado confesional se otorgan mutuamente comunión de palabra y sacramentos y aspiran a alcanzar la mayor mancomunión posible en el testimonio y en el servicio al mundo." Y más adelante (30-34) se concreta la comunión eclesiástica: "Las iglesias "conceden mutuamente comunión de púlpito y santa cena. Esto incluye el recíproco reconocimiento de la ordenación y la posibilidad de la intercelebración." Me parece también muy importante que las iglesias están convencidas "de que participan conjuntamente de la única iglesia de Jesucristo y que el Señor las libera y compromete para el servicio mancomunado." La realización de la comunión se describe así (35): "La comunión eclesiástica se realiza en la vida de las iglesias y congregaciones. Creyendo en la fuerza unificadora del Espíritu Santo, ellas orientan conjuntamente su testimonio y su servicio, y se empeñan en el fortalecimiento y la profundización de la comunión obtenida." Finalmente se enumera todo lo que comprende la comunión eclesiástica: a) la proclamación del Evangelio unánimemente; b) el servicio común por amor a los hombres con sus necesidades y buscando remover sus causas; c) el empeño común por lograr justicia y paz en el mundo; d) el respeto por las características especiales con las cuales las demás iglesias viven en comunión eclesiástica; e) la profundización de la comunión mediante estudios bíblicos comunes; f) los diálogos teológicos para superar aún las últimas diferencias, como (39) relación de ley y Evangelio; práctica bautismal; ministerio y ordenación; doctrina de los dos reinos y doctrina del reinado de Cristo; iglesia y sociedad; g) la comunión eclesiástica no está condicionada por la formación organizada de una nueva iglesia por fusión; pero en el caso de realizarse ésta, deben respetarse las diferentes formas de culto, de normas eclesiásticas, de predicación del Evangelio y obras diacónicas y sociales de las iglesias participantes; h) la comunión eclesiástica entre las iglesias de la Reforma no quiere ser un fin en sí mismo, sino que quiere abrirnos para contactos, diálogos teológicos y colaboraciones en diferentes aspectos, también con iglesias de otros grupos eclesiásticos. Hemos recibido con esto una introducción a la historia, a la importancia y al contenido de la Concordia de Leuenberg que se llama "Concordia de Iglesias de la Reforma", por supuesto siempre con la pregunta secreta: ¿Cómo es la relación nuestra con ella como Iglesia Evangélica del Río de la Plata? Conociendo el artículo fundamental de nuestros Estatutos, sabemos que en él ya se reconoce como fin de nuestros esfuerzos hacia un consenso con las Iglesias de la Reforma, diciendo así: "La Iglesia Evangélica del Río de la Plata confiesa su fe conforme a los credos de la Iglesia Primitiva y los artículos de fe de la Reforma, especialmente el Catecismo Menor de Lutero y la Confesión de Augsburgo, con particular inclinación con los hermanos de credos reformados". Aún mejor expresado todo esto tenemos en el artículo fundamental del Régimen Eclesiástico (4): "La IERP confiesa su fe..... con una especial orientación hacia la comunión con los hermanos de confesiones reformadas". En este artículo hallamos también declaraciones sobre "comunión eucarística y eclesiástica existente entre luteranos, reformados y unidos en nuestra propia iglesia" (5-8), y también "es ofrecida abiertamente de nuestro lado la comunión eucarística a todas las otras iglesias luteranas y reformadas". (8) Analizando lo que es testificado en nuestros Estatutos, en el Régimen Eclesiástico, en las Normas de la Vida Eclesiástica y en el Reglamento del Ministerio Pastoral, etc. y comparando la doctrina y la práctica de nuestra Iglesia con la Concordia de Leuenberg, podemos hacer constar que existe una conformidad completa. Por falta de tiempo no puedo tratar expresamente también este punto; esto ya fue hecho en la última Conferencia Pastoral Plenaria. De modo que no hay problemas para aceptar de nuestra parte esta Concordia. Se debe decir más: nosotros necesitamos esta Concordia, porque en nuestras expresiones teológicas somos poco claras o incorrectas, lo que puede ser entendido como "teología especial" de nuestra Iglesia Evangélica del Río de la Plata, sabiendo que la Concordia es la obra de tantos teólogos capaces de iglesias luteranas, reformadas y unidas, y ya aceptada por dichas Iglesias en Europa, también en otros continentes. Además, en nuestro ambiente ya fue firmada por la Iglesia Valdense. Yo quisiera repetir que con la afirmación de esta Concordia no se produce automáticamente una fusión con otras iglesias. Con la Concordia de Leuenberg tenemos un papel de trabajo muy importante para reflexiones teológicas, las cuales nos afirman como Iglesias de la Reforma en el tiempo actual y este documento nos capacita para preparar nuevos contactos con iglesias de otros grupos eclesiásticos. Una afirmación y aceptación de la Concordia de Leuenberg sería para nosotros un paso hacía adelante en el camino en que ya estamos andando. Pastor Carlos Schwittay
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